martes, 30 de noviembre de 2010

HISTORIA DE UN ENGAÑO

Gil Cordero es uno de los personajes históricos de Cáceres, España, más conocidos. Vivió (¿?) durante el Siglo XIV cuidando ganado y fue a quien supuestamente se le apareció la Virgen de Guadalupe en la Sierra de las Villuercas. También conocido como Gil Santamaría de Albornoz, sobre su casa se levantó lo que hoy es la ermita de Guadalupe. En uno de los extremos de la calle Caleros en la capital cacereña. Actualmente una de las calles más céntricas y concurridas de Cáceres lleva su nombre, reconociendo la importancia de su figura. En Guadalupe se conserva la que según la tradición popular fue su vivienda hasta su muerte tras el descubrimiento de la Virgen. Yace enterrado en la basílica del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe. Debo dejar sentado que, no obstante ser el primer elegido de la Guadalupana para aparecérsele, el Vaticano nunca se ha preocupado por canonizarlo como lo hizo con nuestro Juan Diego Cuauhtlatoatzin, de aquí de Cuauhtitlán.
La historia es muy parecida a la que nos hicieron tragar doscientos años después acá en América los frailes franciscanos que llegaron con la conquista. Cuenta la leyenda que Gil Cordero, como su nombre lo indica y traiciona, era pastor de ovejas. En el siglo XIV la carne de carnero era más apreciada que la de vacuno, lo dejó dicho y entredicho don Miguel de Cervantes Saavedra en su obra cumbre. Pues bien, entre cordero y cordero, Cordero tenía una que otra vaca para surtir de leche a su numerosa familia, que no por ser un poco gil, no se afanaba en los quehaceres de la vida conyugal. Un buen día andando de pastoreo se descuidó y una vaca queriendo tomar agua se cayó al río (el Guadiana) y se ahogó. Gil como pudo la sacó del agua y se dispuso a aliñarla para aprovechar la carne y la piel. La costumbre de los pastores y de los matanceros de entonces, era hacerles una marca en cruz antes de destazar al animal; era este acto supersticioso como un conjuro del pecado de matar. Pues aconteció que al hacer la marca de la cruz en la piel del animal, la vaca resucitó, y se incorporó muy campante al resto del hato del Gil Cordero, pero en ese mismo instante la Virgen María se le hizo presente al pastor y lo mandó con un recado a la iglesia del lugar, con instrucciones para el párroco de que se le construyera un adoratorio ahí mismo donde había obrado el milagro de resucitar a la vaca. Pero como ya desde entonces la burocracia brillaba por su presencia, el cura de la iglesia no le hizo el mínimo caso, así que tuvo que insistir Gil en varias ocasiones. Días después el hijo mayor de Gil Cordero, del que se desconoce su nombre, pero que posiblemente se llamaría Gilito, falleció; la conseja no dice de qué, pero en esos tiempos la gente se moría de cualquier cosa, peste bubónica, viruela… Digamos que fue viruela para que el asunto siga relacionado con las vacunas. Bueno, pues la familia llamó al mismo cura desatento y burocrático de antes, y cuando éste estaba dando el viático al Gilito, volvió a aparecerse la Virgen, ahora sí con más luces y sonidos, y resucitó al junior de los Cordero en las meras narizotas del cura, y para más señas, la aparición les dijo que fueran a escavar en un lugar determinado, cerca de ahí, y que encontrarían una efigie de la mismísima madre de Dios, que era el lugar donde debería erigirse su adoratorio. Así lo hicieron y en efecto encontraron la imagen tallada en madera, pequeñita, con un niño en los brazos, y con una corona sobre la testa como símbolo de su imperio sobre el mundo. Así que el fraile tuvo que no, se convenció y propaló el milagro por todos los rincones de la villa de Guadalupe y de ahí traspasó las fronteras del pueblo y corrió por todo Cáceres y más allá por toda la Extremadura. El lugar cobró tanta fama y fe como parador religioso, que se convirtió en monasterio, convento, seminario, tumba de Enrique IV rey de Castilla, El Impotente, hermanastro de Isabel la Católica y finalmente basílica. El nombre de Gil Cordero, es un mensaje burlesco: gil hace referencia idiomática a una persona simple e incauta, y cordero conlleva también un concepto de sumisión e indefensión. Este tipo de divisas subliminales, son muy frecuentemente usados por quienes no se conforman con victimar, sino que se solazan en trasmitir un mensaje cifrado que hace más cruel la burla y el engaño. Gil Cordero, como Juan Diego, sólo son aire que respiran obnubilados los incautos.

ORATE PRO EO

Se llamó Giovanni María Giambattista Pietro Pellegrino Isidoro Mastai Ferretti Sollazzi, pero cuando tuvo uso de razón, si es que alguna vez la tuvo, éste beato señor se cambió el larguísimo nombre por el brevísimo apodo de Pío IX (Pío Nono), una vez que fue Papa. Corría el turbulento año de 1846 cuando la “fumata bianca” anunció su arribo al trono de San Pedro, al que se aferró por espacio de 32 años… más o menos como aquí don Porfirio y el PRI… hasta que la muerte lo arrancó de la silla pontificia. El hombre vivió 86 años, contradiciendo a los médicos que afirman que los epilépticos mueren a edad temprana, y contradiciendo también a miles de fieles que cuando el cortejo de su segundo entierro (porque tuvo des), cursaba por el puente de Sant’ Angelo, una turbamulta trató de arrojar el féretro al río Tíber, para ejemplo y escarmiento de futuros Papas locos o enloquecidos por el poder. Este beato es eso solamente, beato; los Papas subsecuentes se han cuidado mucho de declararlo santo, por la mala fama que corre secreta en los anales vaticanos. A él se debe, entre otras cosas, el haber conciliado la bizantina discusión de siglos respecto a concepción inmaculada de María, la madre de Jesús, con la proclamación de un dogma que, si se hubiera dictado hoy chocaría contra la libertad de expresión, la ley de transparencia y contra el respeto a los derechos humanos. La bula dictada el 8 de diciembre de 1854 Ineffabilis Deus en su parte medular dice así: “declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, qué debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano. Por lo cual, si algunos presumieren sentir en su corazón contra los que nos hemos definido, que Dios no lo permita, tengan entendido y sepan además que se condenan por su propia sentencia, que han naufragado en la fe, y que se han separado de la unidad de la Iglesia, y que además, si osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho” .
El mito del pecado original venía desde siglos atrás, la había heredado la Iglesia católica de otras religiones anteriores como el judaísmo y el brahmanismo en los que se tenía como cierto el cuento de la primera pareja echada al mundo por dios, después de haberlo desobedecido; o sea que el pecado original no era uno, sino dos o varios, eran: la desobediencia y luego el haber hecho oídos eficientes a las insidias del demonio dentro de un bonito pellejo de serpiente, y finalmente la seducción, la invitación carnal, dicho sea sin pelos en la lengua. Pero el catolicismo convirtió este mito en dogma y se los vendió en paquete con el bautismo purificador a los creyentes. Con el tiempo, lo que originalmente era un manzano se convirtió en un berenjenal y la Iglesia no hallaba como resolver la condición pecaminosa original de ciertos personajes muy importantes como María y Jesús; en un tiempo también se involucró a los supuestos padres de María: Joaquín y Ana y al primo Juan el Bautista, pero finalmente los hicieron a un lado para no meterse en peores berenjenales y en la bula se tocaron sólo de soslayo, poniendo énfasis en los dos personajes principales con calidad de dioses y no sólo de santos, a los que por decreto se les declaró inmaculados, inefables y otros calificativos divinos.
Inmaculada es una palabra latina que significa sin mancha así que la bula se sorraja todo un tratado filosófico explicando lo inexplicable y remata prohibiendo cualquier comentario futuro sobre el asunto, dogma perfecto. Lo que no previó Pío Nono fue que a todas las nacidas el ocho de diciembre les llamaran Conchas de puro cariño, y con ello el asunto pasó al mundo de las paparruchas.
De las “entre otras cosas” que se le deben a este Papa de infausta memoria, está nada menos que la excomunión del Benemérito de las Américas don Benito Juárez, y su truculento movimiento de influencias para inducir la intervención francesa en México, el convencimiento del sifilítico Maximiliano de Habsburgo para que viniera a ocupar el trono del segundo imperio mexicano, y finalmente el desaire a la bella Mamá Carlota que se hacía la loca reclamándole su intervención para que el rey de Francia: “Pepe Botella” no abandonara a su suerte al archiduque. Un verdadero pájaro de cuenta este Papa que llevó a la práctica el famoso Sylabus errorum (lista de errores condenables por la Iglesia, mediante el cual sancionó la educación laica, el liberalismo, el sistema republicano, la ciencia atea, la disidencia, y el uso de la razón, entre otras muchas cosas más, so pena de excomunión.
Pero bueno, todo esto viene a cuento porque el día 8 de los muy corrientes es el día de las Conchas, y me permite felicitarlas y congratularme de que no vivimos en Argentina.

LOS BARCOS DE CEMENTO

Corre una vieja conseja entre los veracruzanos, a veces contada con tono humorístico, a veces como tema de investigación seria, pero siempre digna de atención; se refiere a que un ilustre personaje de entre tantos paisanos ilustres que hemos tenido, concibió la brillante idea de hacer barcos de cemento en el puerto de Veracruz, y se le hundieron, por supuesto, sin ser submarinos. He aquí la verdadera historia.
Uno de los veracruzanos más celebrados, don Heriberto Jara Corona, nació en Orizaba el 10 de julio de 1880, “La Pluviosilla” donde, burlonamente dicen los jarochos, “comienza el Estado de Puebla”. Ahí también estudió en un centro educativo con nombre de cervecería, la escuela “Modelo”, digna precursora de la Escuela Normal Veracruzana.
Laboralmente no había para donde hacerse porque la región era un centro obrero donde los cerveceros y los textileros habían sentado sus reales, así que el joven Heriberto comenzó a trabajar en la fábrica de hilados y tejidos de Río Blanco. Inteligente e inquieto, se adhirió al Partido Liberal que entonces encabezaban los hermanos Flores Magón, quienes representaban la oposición al régimen dictatorial de don Porfirio Díaz. Jara no intervino, como fuera de esperarse, en la huelga de obreros de diciembre de 1906 porque tiempo antes los franceses, dueños de la fábrica, denunciaron como clandestino el intento de organización laboral, y el joven obrero Heriberto Jara evadió la persecución marchándose, ahora sí, a Puebla.
Al iniciarse la Revolución participó en ella al lado de Camerino Z. Mendoza y al triunfar el movimiento maderista fue electo diputado federal en la cámara que después disolvió el usurpador Victoriano Huerta. ¡Como que lo perseguía la mala racha! ¿Acaso para poner a prueba su carácter y destino?
Don Heriberto se incorporó a las fuerzas castrenses, llegó a general y con ese grado regresó a Veracruz después de andar por Coahuila dentro del movimiento constitucionalista; regresó para encargarse de la comandancia del Puerto en noviembre de 1914, así que le tocó participar en la desocupación de la “Tres Veces Heroica” al lado del también general Cándido Aguilar.
El general Jara formó parte del Congreso Constituyente de 1917 y luego fue designado gobernador del Distrito Federal, ahí tuvo como subordinados a los hermanos Mancisidor y a don Adolfo Ruiz Cortines y, después de ese encargo se fue a La Habana como embajador de México en Cuba, donde encontró al poeta Salvador Díaz Mirón, que fue corrido del país por don Venustiano Carranza por los ataques periodísticos que don Chava le propinó en “El Imparcial”.
En Cuba don Heriberto tuvo la oportunidad de conocer los astilleros donde se fabricaban cascos de buque a base de cemento armado, ahí se le prendió la idea y concibió el plan de traer esa tecnología para el puerto de Veracruz que siempre alentó su vocación marinera, no obstante, tuvo que esperar un tiempo para poner en práctica su propósito, porque en 1920 se distrajo al haber sido electo Senador de la República. Su nombre aparece en la lista de los grandes mexicanos que han merecido la medalla “Belisario Domínguez” que otorga en Senado a destacados civiles.
En 1925 ya era gobernador del Estado de Veracruz y en ese año inauguró el estadio xalapeño, obra monumental que lleva su nombre y de la cual, en tono festivo el poeta Carlos Juan Islas cuenta en sus crónicas que fue el resultado del intento de hacer un barco de cemento que le resultó un estadio de tamaño natural.
En tiempos del presidente Manuel Ávila Camacho (1941-1946) don Heriberto fue Secretario de Marina y fue entonces cuando intentó la construcción de una dársena de cemento. El propio General, en entrevista que concedió a Carlos Zapata Vela, le contó a este lo que a continuación transcribo y que Zapata publicó en un libro de la editorial Costa-Amic Editores en 1992:
“Las críticas que recibí fueron injustificadas y tendenciosas. Durante la guerra mi actitud y conducta antifascista fueron cabales y cumplidas, y esto significó enemistades de carácter fundamentalmente político. Fue natural que durante la guerra todos los elementos de que México podía disponer se pusieran al servicio de la democracia y los aliados, defendiendo siempre nuestra integridad y soberanía; se hizo así por lealtad a nuestros aliados, por lo que, para atender a necesidades interiores, tuvimos que recurrir a otros medios y procedimientos adecuados a las circunstancias. Entonces los técnicos de fabricación naval, aconsejaron la construcción de barcos de cemento para el servicio de cabotaje; en realidad nunca llegó a construirse un barco, solamente se hizo una dársena de cemento que al ser llevad al dique seco de San Juan de Ulúa se hundió por el defectuoso manejo de su construcción. Pero esto no significa que haya sido errónea la idea de construir embarcaciones de cemento; el cemento armado no tiene mayor peso que las placas de acero con las que se construyen los trasatlánticos, éstos no se hunden por razón de su peso estructural. El cemento recubierto con impermeabilizantes eficaces es útil para las construcciones navales. Cuba cubre la mayor parte de sus servicios náuticos de cabotaje con embarcaciones construidas con ese material. En cuanto a que se construyeron talleres marítimos en la ciudad de México, tal medida me pareció y me parece estratégicamente valiosa para evitar la necesaria construcción de talleres en el Golfo y en el Pacífico. La ciudad de México se encuentra a distancias equidistantes entre Acapulco y Tampico, por ejemplo; las partes de los barcos que se construyeran en el altiplano, caudernas, quillas, propelas, pueden ser fácilmente llevadas a uno u otro litoral con relativa facilidad; tome en cuenta que no hemos podido construir ferrocarriles transcontinentales, para contar con ese medio de comunicación entre los dos litorales. Se construyó el ferrocarril Tampico-México y el proyecto era continuarlo hasta Acapulco, pero se detuvo y quedó suspendido en Iguala, y en el Istmo de Tehuantepec, de hecho fue anulado el ferrocarril transístmico. Hace mucho tiempo que se ha pensado y proyectado establecer una vía de comunicación entre Coatzacoalcos y Salina Cruz y, como solución a esta necesidad, logré, desde el punto de vista técnico, que la Secretaría elaborara un proyecto de canal que utilizando el río Coatzacoalcos lo uniera mediante un tajo aéreo a cielo abierto con el río de San Juan, que desemboca en la Laguna Mayor en la costa del Pacífico, puede ser que algún día México logre esto sin sufrir la suerte de Panamá, que debe sus desgracias al canal construido en su territorio por fuerzas, intereses y medios no panameños. En tales condiciones, me pareció lógico e inteligente utilizar a la ciudad de México para el establecimiento de talleres que atendieran las necesidades de ambos litorales. Una confirmación de su estratégica situación es que aún sigue trabajando en la ciudad, ampliados y mejorados, los talleres de la Secretaría de Marina, los hospitales navales y las instalaciones que prestan servicios tecnológicos a los puertos de nuestros litorales. Recuerdo que dentro de la idea de realizar esas instalaciones en la ciudad de México, estaba el propósito de construir un gran puerto militar y mercante en Manzanillo, con todo lo necesario para proyectar nuestra actividad naval y naviera hacia el océano Pacífico; aumentando nuestra presencia comercial en las costas asiáticas del gran océano. En el pasado las comunicaciones marítimas entre Filipinas y Acapulco fueron constructivas, permanentes y útiles desde cualquier punto de vista, especialmente el económico-cultural. El océano Pacífico es el inmenso tesoro que no hemos querido, sabido o podido aprovechar; salvo la raquítica y no muy nuestra industria turística, pues en ella nosotros prácticamente sólo ponemos el paisaje; la infraestructura e instalaciones turísticas son extranjeras y sólo a extranjeros aprovechan”.
Sorprende aún en este tiempo, el conocimiento de los problemas nacionales, la visionaria posición política y la liberalidad del pensamiento de don Heriberto Jara Corona.
Las cenizas de este extraordinario personaje, tal como lo dispuso antes de morir, fueron arrojadas al mar desde un avión. Sus obras están cerca de nosotros sirviéndonos.

CUETLAXOCHITL

En las regiones húmedas de México, desde que los chichimecas andaban buscando doncellas que sacrificar, brotaba silvestre una planta de varas lechosas cuyas hojas aterciopeladas se tornaban rojas sangre al extremo del tallo; esto ocurría y sigue ocurriendo mas o menos dos lunaciones antes del solsticio de invierno. Era la flor del desollado, la del Texcatlipoca rojo hermano gemelo de Quetzalcoatl, la flor que tiene el color del sol naciente, de ahí su nombre “cuetlaxochitl” que evoca la piel sangrante del dios dadivoso que según la leyenda se la arranca todos los días para alimentar a su pueblo. Esa flor encarnada permanece pulcra y rozagante durante la estación invernal y se marchita en el equinoccio de primavera. Ahora que por azares del destino la flor fue y vino de tierras extrañas, se le conoce con nombres y apodos que no le quedan: poinsettia, flor de pascua, estrella de navidad, nochebuena, euphorbia pulquérrima.
De las tres flores ceremoniales de los aztecas, la zepoalxochitl o flor de muerto, la mecatlxochitl o mano de león, y la cuetlaxochitl o nochebuena, ésta ha sido la que emigró y ha enviado a su tierra natal las remesas más sustanciosas; las otras dos, menos ostentosas aunque no menos bellas, no han salido del rancho, no han cobrado renombre universal, pero mueren dignamente en la ofrenda a nuestros antepasados.
Cuenta la historia que el presidente norteamericano James Madison envió a México a un ministro plenipotenciario llamado Joel Roberts Poinsett, originario de Chárleston, Carolina del Sur. Este político, era además aficionado a la física y a la botánica y según Horacio Sobarzo, citado por Francisco Martín Moreno en su libro “México ante Dios”, también era gay, según lo deduce de unas amorosas cartas cruzadas nada menos que con don Vicente Guerrero, de quien la historia patria ocultaba sus aficiones íntimas, hasta que llegaron estos autores a ponerlas al descubierto. Pues bien, este tal Poinsett anduvo por aquí desde 1825 hasta 1830, así que le tocaron los acomodos post-independentistas.
Estando en Taxco de Alarcón, ciudad platera ahora perteneciente al estado de Guerrero precisamente, conoció la cuetlaxochitl. Los chismes dicen que el propio guerrillero mulato y segundo presidente de México le mandó de regalo la flor. Ni tardo ni perezoso Poinsett se atribuyó su descubrimiento, la clasificó y la dio a conocer al mundo con su nombre: poinsetta.
Nos pasó lo mismo con otro presidente: Antonio López de Santana estando exiliado en Statem Island, ahí conoció a un fotógrafo llamado Thomás Adams y le platicó de la goma del chicozapote que se extraía en el sur de México, los mayas la llamaban “sicte”, en nahuatl “tzictle”, (pegajosa); la palabra acabó castellanizándose como “chicle” y Mr. Adams después de muchos ensayos buscando ver para que servía industrialmente, de chiripa le encontró la freudiana propiedad de calmar los nervios masticándola. Si el personaje hubiera sabido algo de historia de México, no hubiera tenido que ensayar tanto, pues habría tenido la información de que las sexo servidoras mexicas, masticaban chicle desde cientos de años atrás, para anunciar por las calles de Tenochtitlan su lucrativa profesión.
Cosas parecidas siguen pasando: el antiquísimo juego de pelota maya y mexica, se jugaba con pelotas hechas de hule, caucho, ahora ese material tenemos que importarlo. El chapopote también se masticaba para limpiar los dientes y ejercitar las mandíbulas, se calentaba para que goteara sobre hojas de amatl rogativas y se dejaba en forma de ofrenda ante los dioses ancestrales. Algunos otros presidentes mexicanos han sostenido la mal atajada práctica de entregar el petróleo mexicano, a quienes si saben aprovechar lo que nosotros dejamos que nos quiten. ¿Hasta cuando?