jueves, 19 de agosto de 2010

¿QUIÉN ES JUAN SANDOVAL IÑIGUEZ


Sandoval Íñiguez Juan, es el arzobispo de la archidiócesis de Guadalajara, ese que hace unos meses negoció con el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, de evidente cerebro reblandecido por el alcohol y la catequesis, una archí limosna de noventa millones de pesos del erario público estatal, para edificar un templo dedicado a los “mártires” de la cristiada. Proyecto frustrado porque provocó tal escándalo público, que tuvo que devolver el dinero, aunque sólo una tercera parte, del resto no se sabe todavía nada, y parece que el proyecto sigue clandestinamente.
Juan Sandoval es Cardenal desde 1994, lo ungió Juan Pablo II. Tiene ahora setenta y siete años de edad, cincuenta y tres años de ordenado y de desordenado bastantes más. Su desorden es mental a juzgar por las expresiones que han quedado consignadas para los anales de la intolerancia, la misoginia, la homofobia, el fascismo, el anacronismo y la acrimonia.
Ha dicho por ejemplo:
-“Se necesita no tener madre para ser protestante”
-“Las mujeres no deben andar provocando, por eso hay muchas violadas”
-“Marcelo Ebrad junto con los organismos internacionales maició a los “magistrados” de la Suprema Corte que recibieron dádivas, por ello no dudo que el asunto de las adopciones vaya por el mismo camino”.
-“¿A ustedes les gustaría que los adopten una pareja de maricones o lesbianas?” Preguntó a los reporteros que lo entrevistaron esta semana.
Estas últimas frases transcritas las dijo recientemente, como reacción ante la resolución de los ministros de la Corte (que no magistrados) respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Ahora bien: maiciar es un verbo que tiene implicaciones ofensivas, significa ni más ni menos arrojar maíz a los cerdos; es un verbo de uso ranchero para referirse a la engorda de animales de corral, puede aludir a gallinas u otras aves, pero en plan ofensivo hacia las personas establece una comparación entre estas y las bestias que medran gracias a quien les llena el buche. Para los ministros de la Corte, es inadmisible esta injuria que merece un castigo ejemplar por tratarse de quien viene. Las injurias son un delito y Juan Sandoval lo ha cometido. En honor a la justicia este señor debe ser denunciado, indiciado, procesado y tenido como reo.
Por otra parte, el llamar maricones a las personas que tienen preferencia sexual distinta a la que él tiene (¿?) o no tiene porque no debe tener, también contiene un ánimo ofensivo de triple sentido a saber: primero intenta ofender a los hombres comparándolos con las mujeres; esto encierra una misoginia recalcitrante, agresiva y de uso muy corriente en siglos pasados de los que él no ha salido; en la actualidad la comparación con las mujeres enaltece, aunque él lo use para lo contrario. En segundo lugar ofende a lo femenino al tenerlo como inferior e indigno de ser imitado. Se le olvida evidentemente a este individuo que son precisamente los curas como él los que usan sotana que es ropa de corte femenino. Y en tercer lugar viene lo peor: la palabra maricónes que usa este don Juan, que así se llama, proviene del nombre, el dulcísimo nombre de María que, por antonomasia, es ni más ni menos la madre de su redentor al que él y tantos como él reverencian desde los altares todos los días. Maricón ni más ni menos es el que actúa como las Marías, el que llora como ellas, María madre, María Magdalena y María Salomé las tres plañideras al pié de la cruz. El uso de esas ideas para ofender, implica que Juan Sandoval Iñiguez es un prevaricador y delincuente que merece la cárcel… y para que se redima debería ir
precisamente a las islas Marías.

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