viernes, 11 de mayo de 2012

No hay de qué disculparse

Me parece una verdadera equivocación la disculpa del IFE y del productor del “debate” protagonizado el domingo seis de mayo por la noche, por un canal de televisión que forma parte de la industria del entretenimiento, sólo porque la modelo contratada robó cámara. Si alguien estuvo fuera de lugar, fueron los aburridos candidatos que hicieron “el oso” más escandaloso, faltándose al respeto públicamente los unos a los otros, la una a los otros y uno de los otros a la una. Julia Orayen, la edecán, de origen argentino estuvo de lo más maravillosa en el escaso medio minuto en que cruzó frente a las cámaras. No fue Cuadri el único sincero que la miró con la fuerza con que debe hacerlo un buen ciudadano, también a Andrés Manuel le quedó a tiro cuando Julia le entregaba las tarjetas a Enrique Peña, y el Peje se sorrajó su taco de ojo, sólo que en ese momento, también las cámaras perseguían hipnotizadas a la monumental modelo, y dejaron fuera de cuadro al tabasqueño. Había otras dos damas, la conductora y la candidata, pero después de la pasarela de Julia, a todos se nos olvidó que estaban presentes. El rostro de la modelo, ovalado, moreno claro, lució enmarcado en un pelo oscuro y lacio, peinado muy a la mexicana, con raya casi en medio de la cabeza, con ello consiguió, ¿quién sabe si a propósito? acercarse mucho a la imagen que los mexicanos tenemos como reina de México y emperatriz de América, lo que lejos de ser un sacrilegio, pudo tenerse como una alabanza. Pero si el maquillaje del rostro tenía algún propósito, no se cumplió porque nadie reparó en él; con lo que seguía después del cuello hacia abajo, perdió importancia lo que había del cuello para arriba. La actuación silenciosa pero aparatosa de la edecán, parece que se copió del expediente que utiliza Brozo en su noticiero, allegándose a “La Reata” una beldad enmascarada y muda, que no necesita de articular palabra para ganarse una candidatura a cualquier cosa. El truco no es nuevo, una vez ante las cámaras la mujerona, las noticias, los comentarios editoriales, las formalidades y hasta las payasadas de Brozo pierden importancia; así ocurrió en el intento de debate, después del paseíllo de la Orayen, el evento perdió toda importancia. No la tenía de origen, como se fue viendo en su transcurso, cuadrado, acartonado, aburridísimo, sin ninguna sorpresa. Doña Josefina, la peor de todos, inició y acabó repitiendo el estribillo de campaña con el que nos ha cansado desde el inicio: “Yo quiero ser presidenta porque…” Le faltó imaginación, espontaneidad, gracia, y se metió con Peña Nieto usando las mismas inflexiones de voz para denostarlo, que usó para ensalzarse como honrada. Peña se despeñó, como lo mencionó Obrador; en la dificultad de maniobra a que obligaba el formato, quiso dar algunos virajes atrevidos en plan de ataque contra López Obrador, y éste lo puso quieto cuestionando incluso su asistencia al evento cuando debería estar en la parte más fresca de chirona, con su padrino Montiel. Andrés Manuel la pifió mostrando una fotografía al revés, aunque se la sacó diciendo: “el mundo al revés” en plan de crítica del sistema que hemos soportado los ciudadanos mexicanos, pero incurrió también en un error: insistir en lo mismo que ya le conocemos desde hace seis y doce años, desperdiciando un tiempo valiosísimo para presentar un buen plan nacional de desarrollo en seis años, que lo tiene, cosa que no han preparado ninguno de los otros, y algo muy importante: debió pasar lista de los personajes que propone para que formen el gabinete. La pura nómina de ellos convence porque son gente de primera, todos muy reconocidos. Cuadri fue el ganador del debate; centrado, propositivo, sin meterse con nadie y sin que nadie se metiera con él; ganó la ventaja desde el primer momento en que hizo notar que el encuentro sería entre tres políticos y un ciudadano, aunque antes, ya se había ganado la simpatía del público, echándose un sincero taco de ojo sobre los glúteos de Julia Orayen. Se comentó que, qué lástima que tenga atrás a Elba Esther; pero, eso valdría también para Peña: qué lástima que tenga atrás a Salinas. Para los que calificaron de frívola la presencia de la edecán en el encuentro organizado por el IFE. Para las que dijeron que a la señora Orayen se le había utilizado como mujer-objeto distractor; les recomiendo que vayan a una sesión típica del Senado, ahí normalmente, las edecanes lucen igual o mejor que la modelo argentina, y nadie se escandaliza, quizá porque los provectos senadores las ven pasar entre sueños, y ya no se levantan ni para decir presente. Si la dirigencia del partido Acción Nacional, quisiera de veras ganar las elecciones, en el próximo debate iría doña Josefina Vásquez de edecán, y Julia Orayen de candidata.

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