domingo, 1 de mayo de 2011

ENDOSO EN PROCURACIÓN

Los medios de información televisivos, han recibido de la Iglesia, el endoso al cobro de la fe que sembraron en el pueblo mexicano desde hace quinientos años, poquito menos, los que vinieron a conquistar a nombre del rey de España, y del Papa de Roma. El pueblo mexicano, proclive al fanatismo, al cómodo dogma que niega el análisis lógico, le paga ahora con fervorosa atención, a los medios de comunicación, un abono del adeudo de fe, que firmó hace medio milenio en el reverso del ayate de Juan Diego.
Los intereses han sido tan altos, que exceden a la suerte principal, igualito que como pasa con los préstamos bancarios en los que te facilitan cien y te cobran mil; pero la necesidad se viste de andrajos más costosos que terno de torero. Cuando se tiene un apuro, se empeñan hasta los calzones al Monte Pío, el alma al diablo, la servidumbre al amo, el pagaré a la Banca y la reliquia al santo.
Este ha sido el método infalible, de la Iglesia, del gobierno, de los patrones y ahora de los monopolios de la “información”; no sé si intencional o intuitivamente, pero el mantener al pueblo urgido, necesitado, en permanente e irresoluble apuro, ha dado siempre como resultado apetecible la docilidad y el sometimiento a sus intereses. Esos intereses que pagamos nosotros, los que hemos recibido el préstamo de una fe extraña y estúpida, sostenida por todos aquellos que viven de nuestra credulidad, hincándonos cuando menos una vez a la semana frente al altar, y abriendo la boca todos los días frente al televisor, para refrendar periódicamente nuestra insolvencia intelectual y el sometimiento a lo que quieran y gusten mandar los dueños de nosotros.
Hemos caído en la trampa de creer la mongoloide frase de que “La fe mueve montañas” y, con ello nos ha pasado lo de aquel creyente a quien se refiere esta antimoraleja: “Hubo ha tiempo un feligrés/ que escuchó alguna mañana/ que la fe mueve montañas/ y creyó esa estupidez/ Así que dando traspiés/ con mente limpia y sin maña/ fue en busca de una montaña/ y en el pico hizo pata ancha/ allí sintiose a sus anchas/ y le ordenó de una vez:/ Montaña, muévete pues/ que quiero conocer mundo/ señalando luego el rumbo/ no con un dedo, con diez/ Mas, en tanto señalaba/ se ha venido una erupción/ y su incongruente ilusión/ así acabó sin más nada/ pues lo lanzó en dirección/ de la utópica Chingada.”
Pues eso mismo nos está pasando, creyendo que la fe es sustitutiva del discernimiento y de las acciones consecuentes. Creer en milagros es renunciar a la lógica y hacerle el caldo gordo a quienes nos tratan como niños de tres años de edad; por desgracia lo consiguen quienes invierten millones, que nosotros mismos les damos, en alejarnos de la razón, de la cultura y del discurso ordenado del mundo en que vivimos.
La beatificación de Juan Pablo II, como la ceremoniosa boda de la realeza británica, acontecimientos con que nos embadurnaron el cerebro durante una semana completa los medios televisivos, nos han dejado descerebrados y reblandecidos para que sigamos creyendo en la monarquía como mejor forma de gobierno, en el matrimonio religioso como única forma de legitimar los arrejuntes, y en la santificación como el culmen de las cualidades humanas. Envueltas en tato boato, solemnidad y dispendio, que muy pocos reparan en el anacronismo, en el engaño y en el despilfarro que reúnen semejantes ceremonias. Su vaciedad ofende la inteligencia, su elitismo es un escupitajo al rostro de la democracia. En el caso de la boda real, todo para envolver y adornar y legitimar un simple acto carnal, que por muy buenos que estén los desposados, no es para tanto; y en el caso de la beatificación, acaso sirva para hacer olvidar que Wojtyla le dio la comunión a Pinochet, canonizó a un títere inexistente y a una manga de traidores a la patria mexicana, y mantuvo su complicidad con el “desfundador” de niños inocentes hijos de padres incautos que creyeron que la montaña se movería.A ver quién les paga el abono de la deuda a los medios que heredaron nuestra enajenación “espiritual”.

1 comentario:

  1. Estimado amigo Don Magno (espero que esto sí me lo publiquen), en principio te felicito por la estupenda antimoraleja y enseguida, permíteme discrepar de tí, pues a pesar de la religión que impusieron los conquistadores, el pueblo de México para nada conmemora la semana llamada santa, en su estricto significado. Desde hace mucho no logro comprender el porqué de los que se hacen llamar cristianos (católicos o protestantes), toman esas fechas de asueto para ir a balnearios, para divertirse, para hacer sexo, para bailar, para embriagarse y para cometer todo tipo de excesos, olvidando lo que dizque pasó en Israel hace cerca de dos mil años, es decir, los sufrimientos, muerte y supuesta resurrección del iluso nazareno, LE VALE M...

    Y menos entiendo cuando los musulmanes ayunan por la mañana y mediodía y reponen fuerzas al anochecer, durante 30 días (el mes de Ramadán) y sólo porque su profeta sufrió penurias en el desierto, cuando junto a sus seguidores huyó de La Meca, para refugiarse en Medina.

    Otro ejemplo: los judíos ortodoxos ayunamos más de 24 horas y nos abstenemos de tomar agua, cuando conmemoramos las destrucciones de los dos Templos y aún los no practicantes, ayunan el Día de la Expiación (Yom Kipur) en las mismas circunstancias...¿Y los cristianos?.

    A tí ni te critico, pues eres ateo, pero repito, ¡que poca m... y no de los imbéciles que viajan a divertirse y son creyentes, sino de los medios de comunicación que dicen a gritos: "¡¡¡DIVIERTASE EN SEMANA SANTA !!!.

    Gracias y fraternales saludos.

    CARLOS ALEJANDRO VÁZQUEZ GUTIÉRREZ
    MÉXICO, D. F.

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